Friday 16 August 2013

Para que lo entendamos: como la luz depende de la magnitud aplicada por la fuerza electromagnética y la fuerza de la gravedad y/o centro de atracción





Las guerras árabes de religión

Shlomo Ben Ami

El País


TRIBUNA
El conflicto entre islam y laicismo está lastrando los cambios en Oriente Próximo.

En todo el mundo árabe está produciéndose ahora una lucha entre dos importantes fuerzas históricas: la religión y el laicismo. Es el tipo de batalla entre César y Dios que Europa tardó siglos en dilucidar. El futuro del Oriente Próximo árabe se decidirá en la lucha entre los insurgentes suníes de Siria, apoyados en toda la región por los wahabíes saudíes, patrocinadores del fundamentalismo religioso, y su régimen laico Baas, entre el fundamentalista Hamás y la laica OLP en Palestina y entre la joven oposición laica de Egipto, forjada en las protestas de la plaza de Tahrir, y los Hermanos Musulmanes y los radicales salafistas.

Hasta ahora, las rebeliones árabes han confirmado la tesis de que, dada la estructura de la mayoría de las sociedades árabes, el derrocamiento de las autocracias laicas significa automáticamente abrir la puerta a las democracias islámicas. Ya vimos el desarrollo de esa dinámica en Argelia, con la victoria a comienzos del decenio de 1990 del Frente Islámico de Salvación en la primera vuelta de unas elecciones parlamentarias (que provocó la anulación de la segunda vuelta), la victoria electoral de Hamás en Palestina en 2006 y, más recientemente, el ascenso democrático al poder de los Hermanos Musulmanes en Egipto.

Tanto en Argelia como en Egipto, las fuerzas laicas no pudieron frenar el ascenso político del islam, que solo se pudo interrumpir con la toma del poder por parte del Ejército. El golpe militar argelino dio paso posteriormente a una sangrienta guerra civil que se cobró unas 200.000 vidas.

Las consecuencias del golpe egipcio se están materializando estos días de la manera más dramática. Aun así, la horrenda masacre de islamistas por parte del ejército golpista y la quema de iglesias de la minoría cristiana de la que se acusa a los Hermanos Musulmanes podrían ser solo el inicio de una conflagración civil aún de mayor alcance si cabe. El acceso al poder de la oposición laica subida a un tanque puede alimentar la ira de los islamistas por muchos años. La pérdida de confianza en el proceso democrático por los Hermanos Musulmanes sería una mala noticia para Egipto y un impulso para Al Qaeda y otros yihadistas que creen que solo se puede conseguir el poder con sangre y terror.

El concepto de separación de la Iglesia y el Estado es ajeno al islam —como indicó la famosa declaración del ex líder supremo iraní el ayatolá Ruholla Jomeini, “el islam es política o no es nada” —y los islamistas aún no han demostrado ser receptivos al gobierno democrático—. De hecho, Mohamed Morsi, el depuesto presidente de Egipto, solo puede culparse a sí mismo de su muerte política. Su comportamiento sectario y autoritario polarizó a su país hasta tal punto, que incluso el jefe del ejército, general Abdelfatah al Sisi, conocido por sus simpatías islamistas, retiró su apoyo al hombre que lo había nombrado.

Asimismo, la reavivación de la guerra civil chií-suní en Irak es en gran medida un reflejo del Gobierno sectario del primer ministro, Nuri al Maliki. Tampoco el ascenso al poder de Hamás en Gaza dio paso a un Gobierno democrático y no excluyente. Después de haber fracasado en su intento de anular la victoria electoral por medios militares, la OLP acordó con sus rivales islamistas un plan de reconciliación nacional, pero ese pacto sigue siendo letra muerta.

En cuanto a Siria, la rebelión contra una de las autocracias más laicas del mundo árabe ha degenerado en una lucha a muerte entre suníes y chiíes que está extendiéndose a otros países de la región. Ahora se ha lanzado una yihad suní contra el régimen Baas y sus aliados chiíes, Irán y Hezbolá. El vecino Libano, con su feroz división suní-chií, ya está viéndose afectado directamente.

La lucha entre la religión y el Estado en el Magreb es menos violenta, pero, aun así, potencialmente explosiva. Túnez, donde comenzó la primavera árabe, está atrapado ahora entre los laicistas y los fundamentalistas religiosos. El partido islamista Ennahda encabeza el Gobierno, pero afronta un grave desafío de los salafistas ultraconservadores de Hizb Ut Tahrir.

En Marruecos, el rey Mohamed VI no ocultó su apoyo al golpe egipcio, pero el partido islamista Justicia y Desarrollo, que encabeza su Gobierno, lo denunció. De hecho, el Istiqlal, partido laico de centro derecha, abandonó el Gobierno a raíz del golpe egipcio y acusó al partido Justicia y Desarrollo, dirigido por el primer ministro, Abdelilah Benkiran, de intentar “egiptizar” a Marruecos monopolizando el poder, como hizo Morsi en Egipto.

Incluso en Turquía, país musulmán no árabe que abriga la ambición de conciliar el islam con la democracia, el acuerdo entre el Gobierno islamista del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, y la clase media urbana para limitar los intentos oficiales de inmiscuirse en la vida de los laicos y obstaculizar sus usos y costumbres está decayendo. Ahora Erdogan promete “reconstruir Turquía” a su autoritaria y religiosa imagen y semejanza.

La marcha árabe hacia la libertad va a ser por fuerza un proceso largo y tortuoso: tal vez la principal prueba geopolítica del siglo XXI. Sin embargo, la batalla entre el laicismo y la religión en el mundo árabe no ha de durar siglos, como ocurrió en Europa, aunque sólo sea porque las generaciones contemporáneas pueden beneficiarse del largo proceso de progreso social y científico que permitió a Occidente preparar el terreno para la democracia moderna, pero la adaptación de ese legado occidental al mundo árabe contemporáneo, sin por ello dejar de recuperar el propio legado medieval de tolerancia y excelencia científica de los árabes, será difícil.

Es de esperar que los derrotados islamistas de Egipto pasen de la política de la venganza a un proceso de examen de conciencia que propicie el reconocimiento de que la democracia no es un juego de suma cero, en el que el ganador se lo lleva todo. De mantenerse, el “centralismo democrático” leninista que Morsi pareció abrazar sería una provocación permanente que instaría a las nuevas generaciones y sus aliados en el viejo aparato estatal a alzarse, aun al precio de una guerra civil.

Shlomo Ben Ami, ex ministro de Asuntos Exteriores de Israel y actual Vicepresidente del Centro Internacional por la Paz de Toledo, es autor de Cicatrices de guerra y heridas de paz. La tragedia árabo-israelí.

... y falta aún un análisis de fundamental trascendencia de la influencia del mundo del petróleo y los paises del Golfo Arabia Saudi, Emiratos, Qatar, Omán. La neutralidad ¿hasta cuándo? de Jordania. De Irán e Iraq, de la energía atómica. Drop y patada a seguir.

 artículo


Tuesday 13 August 2013

Era el 18 de Mayo 1944, con fuerte temporal de levante...






La carta en la que Orwell explica “1984″

Alberto Sicilia

en Público






Nadie comprendió tan pronto el siglo XX como George Orwell.
Esta semana se ha publicado “George Orwell: A Life in Letters”. El libro contiene una carta fascinante donde Orwell explica la tesis principal de “1984″ que escribiría dos años después. Podéis leerla entera tras estas líneas resumen o en el enlace que anexo.
Me temo que, desgraciadamente, el totalitarismo está creciendo en el mundo.
Hitler pronto desaparecerá, pero sólo a costa de fortalecer a: a) Stalin, b) los millonarios anglo-americanos y c) todo tipo de pequeños “fuhrers” al estilo de De Gaulle.
[…]
En el mundo que veo venir, en el que dos o tres superpoderes controlarán el mundo, 2+2 será igual a 5 si el “fuhrer” de turno así lo desea.
[…]
La mayor parte de la élite intelectual inglesa se opone Hitler, pero sólo a cambio de apoyar a Stalin. La mayoría de ellos apoyan métodos dictatoriales, policías secretas y la sistemática falsificación de la Historia siempre que beneficie “a los nuestros”.
Pero si uno proclama que “todo es por una buena causa” y no reconoce los síntomas siniestros, en realidad sólo está ayudando a fortalecer el totalitarismo.
[…]
Desde que la guerra contra el totalitarismo comenzó en 1936 [Orwell combatió con los republicanos durante la Guerra Civil], creo que nuestra causa es la mejor. Pero para que continúe siendo la mejor, necesitamos una autocrítica constante.
Orwell escribió esta carta desde su casa en el barrio londinense de Mortimer Crescent el 18 de mayo de 1944. Dos semanas después, un misil V-1 alemán destrozaba Mortimer Crescent. Os cuento esto porque siempre me han fascinado los dos primeros párrafos de “The Lion and the Unicorn: Socialism and the English Genius” que escribió tres años antes. (En esa obra Orwell propone una revolución socialista y democrática en Inglaterra en oposición al estalinismo soviético).
Mientras escribo esto, seres humanos muy civilizados vuelan sobre mi cabeza tratando de matarme.

 Como hemos cambiado... para nada. Somos pura anacronía, da lo mismo, lo mismo da: la pobreza está en nuestra mente y en nuestro corazón que son la base de mi ser contigo.



To Noel Willmett
18 May 1944
10a Mortimer Crescent NW 6
Dear Mr Willmett,
Many thanks for your letter. You ask whether totalitarianism, leader-worship etc. are really on the up-grade and instance the fact that they are not apparently growing in this country and the USA.
I must say I believe, or fear, that taking the world as a whole these things are on the increase. Hitler, no doubt, will soon disappear, but only at the expense of strengthening (a) Stalin, (b) the Anglo-American millionaires and (c) all sorts of petty fuhrers° of the type of de Gaulle. All the national movements everywhere, even those that originate in resistance to German domination, seem to take non-democratic forms, to group themselves round some superhuman fuhrer (Hitler, Stalin, Salazar, Franco, Gandhi, De Valera are all varying examples) and to adopt the theory that the end justifies the means. Everywhere the world movement seems to be in the direction of centralised economies which can be made to ‘work’ in an economic sense but which are not democratically organised and which tend to establish a caste system. With this go the horrors of emotional nationalism and a tendency to disbelieve in the existence of objective truth because all the facts have to fit in with the words and prophecies of some infallible fuhrer. Already history has in a sense ceased to exist, ie. there is no such thing as a history of our own times which could be universally accepted, and the exact sciences are endangered as soon as military necessity ceases to keep people up to the mark. Hitler can say that the Jews started the war, and if he survives that will become official history. He can’t say that two and two are five, because for the purposes of, say, ballistics they have to make four. But if the sort of world that I am afraid of arrives, a world of two or three great superstates which are unable to conquer one another, two and two could become five if the fuhrer wished it.1 That, so far as I can see, is the direction in which we are actually moving, though, of course, the process is reversible.
As to the comparative immunity of Britain and the USA. Whatever the pacifists etc. may say, we have not gone totalitarian yet and this is a very hopeful symptom. I believe very deeply, as I explained in my book The Lion and the Unicorn, in the English people and in their capacity to centralise their economy without destroying freedom in doing so. But one must remember that Britain and the USA haven’t been really tried, they haven’t known defeat or severe suffering, and there are some bad symptoms to balance the good ones. To begin with there is the general indifference to the decay of democracy. Do you realise, for instance, that no one in England under 26 now has a vote and that so far as one can see the great mass of people of that age don’t give a damn for this? Secondly there is the fact that the intellectuals are more totalitarian in outlook than the common people. On the whole the English intelligentsia have opposed Hitler, but only at the price of accepting Stalin. Most of them are perfectly ready for dictatorial methods, secret police, systematic falsification of history2 etc. so long as they feel that it is on ‘our’ side. Indeed the statement that we haven’t a Fascist movement in England largely means that the young, at this moment, look for their fuhrer elsewhere. One can’t be sure that that won’t change, nor can one be sure that the common people won’t think ten years hence as the intellectuals do now. I hope 3 they won’t, I even trust they won’t, but if so it will be at the cost of a struggle. If one simply proclaims that all is for the best and doesn’t point to the sinister symptoms, one is merely helping to bring totalitarianism nearer.
You also ask, if I think the world tendency is towards Fascism, why do I support the war. It is a choice of evils—I fancy nearly every war is that. I know enough of British imperialism not to like it, but I would support it against Nazism or Japanese imperialism, as the lesser evil. Similarly I would support the USSR against Germany because I think the USSR cannot altogether escape its past and retains enough of the original ideas of the Revolution to make it a more hopeful phenomenon than Nazi Germany. I think, and have thought ever since the war began, in 1936 or thereabouts, that our cause is the better, but we have to keep on making it the better, which involves constant criticism.

Yours sincerely,
Geo. Orwell



Tuesday 6 August 2013

Miedo me da, pero hay que leerlo




Mentirosos y corruptos: ni recuperación económica, ni moral


No es sobre el festival de mentiras y ocultaciones desplegado por Rajoy el jueves, con una chulería y una prepotencia propia de un presidente de república bananera, a lo que voy a referirme, pero no puedo ignorarlo porque nuestra ruina económica es esencialmente política. Desgraciadamente, la indiferencia de los españoles a su comparecencia ha sido pasmosa, ya que según una encuesta del diario El Mundo sólo uno de cada diez sabía lo que había dicho el presidente, les importaba un pimiento. “Todos son iguales, son una panda de chorizos”, es la opinión generalizada. Y esto es algo que favorece no poco a Rajoy, el mayor inútil, después de Zapatero, que ha gobernado este desgraciado país desde Fernando VII. Un tramposo, un indolente y un cobarde, que no podría gobernar en ningún país democrático. Pero unos hechos que hubieran supuesto la dimisión de cualquier gobierno democrático, aquí dejan indiferente a la mayoría.  Sin duda tenemos lo que nos merecemos.

Rajoy mintió con un descaro absoluto, no admitió culpabilidad alguna, no se comprometió a investigación alguna y, menos aún, a que nada de esto vuelva a ocurrir. Mintió escandalosamente sobre los sms y no contestó a ni una sola las veinte certeras y precisas preguntas planteadas por Rosa Díez en un estilo de debate a la americana, en una de sus intervenciones más brillantes. Aparte, hay otra cuestión que nadie mencionó, pero muy representativa de quién es nuestro indigno jefe de Gobierno. Son los papeles de Hacienda entregados al juez Ruz, con las cantidades pagadas, en su mayoría con dinero público, por el PP entre 2006 y 2011 a unas 600 personas en total. Y ¿con qué nos encontramos? Con que, en 2011, de entre los siete mayores perceptores, Rajoy es el segundo, con 200.000 euros. Además, hay tres imputados de la trama Gürtel: Bárcenas, con 251.000 euros, Galeote, con 151.000 y Sepúlveda, con 117.000. Excepto Bárcenas, los otros dos empezaron a cobrar cuando fueron imputados.
Rajoy piensa que lo importante es ganar tiempo, porque se cree sus propias mentiras y da por hecho que la economía se está recuperando y que, cuando eso ocurra, sus pecados les serán perdonados
Y la pregunta es: ¿cómo es posible que Rajoy, financiara a unos presuntos delincuentes? Es lo que hizo, tal vez para comprar su silencio. Es el estilo de la casa, comprar silencios y voluntades. Los papeles de Hacienda tienen mucha información. Y algunos de estos datos son curiosos. Por ejemplo, ¿recuerdan a Rajoy quejándose de lo poco que ganaba? Tan poco que “la pobre Viri tiene que comprarse la ropa en Zara”. ¡Hay que tener cara! Vamos a ver, ¿cuánto ganaba el matrimonio Rajoy en 2011? El presidente recibe unos 90.000 euros como diputado, 200.000 euros del PP y el sueldo de Viri en una filial de Telefónica, esa inmensa ONG de políticos y similares, ascendía a 120.000. Casi 430.000 euros anuales, más que suficientes para que Viri se compre la ropa en Chanel. En todo caso, nada quedó aclarado, el tema está más enconado que nunca, pero Rajoy lo dejó meridianamente claro: el Estado soy yo, puedo mentir y ocultar lo que me venga en gana, y si alguien no me cree, peor para él. Además, de mi puesto no me sacan ni con tenazas, España y el PP me importan un bledo porque después de mí, el diluvio.

Ganar tiempo en espera de una recuperación imposible

Rajoy piensa que lo importante es ganar tiempo, porque se cree sus propias mentiras y da por hecho que la economía se está recuperando y que, cuando eso ocurra, sus pecados les serán perdonados por el electorado más crédulo, desinformado e indolente de Europa. Sin embargo, eso no va a suceder, ni ahora, ni en un futuro, a no ser que se reduzca drásticamente el gasto, se acabe con la sangría del rescate de bancos inviables, se bajen los impuestos y  se acabe con los monopolios de todo tipo, especialmente con los energéticos. Y Rajoy está radicalmente en contra de esto.

Cuando oigo a políticos,  escucho a indocumentados y mercenarios de tertulias o leo a los analistas que no analizan y que no han entendido ni la última EPA (Encuesta de Población Activa) hablar de los brotes verdes y veo la realidad diaria de más de once millones de españoles viviendo por debajo del umbral de la pobreza, de una clase media antes pujante y hoy en vías de destrucción, de niños desmayándose de hambre en los colegios porque unos canallas les han quitado la comida diaria, mientras roban y despilfarran a mansalva, la indignación me subleva.

Cuando veo a España creciendo muy por debajo de su potencial porque esos mismos canallas han quitado el crédito a la economía productiva, mientras nos endeudan sin límite y dedican esos recursos ingentes a financiar la economía improductiva y tiran decenas de miles millones en mantener abierto un sistema financiero inviable, creo que no tienen perdón. Antes o después deben pagar por ello. El daño que ésta incompetente y corrupta casta política, responsable única de nuestras desgracias, está haciendo a España y a los españoles es único en nuestra historia e inimaginable en su dimensión.

España creciendo muy por debajo de su potencial porque esos mismos canallas han quitado el crédito a la economía productiva, mientras nos endeudan sin límite y dedican esos recursos ingentes a financiar la economía improductiva
Ni España, ni ningún otro país, puede recuperarse de una crisis con un gasto público desmesurado y fuera de control y una corrupción jamás conocida, ni en España ni en Europa. Ningún país puede recuperarse sin crédito a la economía productiva y a las familias, ningún país puede recuperarse endeudándose un 10% anual del PIB y con una deuda pública total –pasivos en circulación- de casi el 120% del PIB oficial, ningún país puede recuperarse con la energía, las telecomunicaciones y los tipos de interés más altos del mundo desarrollado y, por supuesto, ningún país puede desarrollarse con la presión fiscal sobre los trabajadores y la clase media más alta de toda la OCDE.

Los hechos clave sobre la situación económica

Las cifras esenciales están yendo a peor y no a mejor como afirman este gobierno de tramposos y sus mercenarios. Empiezo por lo más reciente, la EPA del segundo trimestre, “demostración clara de que hemos tocado fondo y empieza la recuperación”. Realmente, el grado de frivolidad y de ignorancia de medios y analistas que no analizan resulta pasmoso. Con honradas excepciones, ninguno ha entendido las cifras. O lo que es peor, no se ha molestado en analizarlas.  

Para empezar, la situación del mercado laboral se mide por la ocupación, no por el desempleo. Por ejemplo, para que un encuestador califique a una persona de parada, ésta tiene que demostrar haber realizado “búsqueda activa de empleo en la semana anterior a la realización de la encuesta”, con millones de parados de larga duración, es obvio que hay cientos de miles que no lo hacen ya porque han perdido completamente la esperanza. Y ¿qué pasa con los más  de 700.000 parados que no han buscado activamente empleo? El encuestador los califica como “inactivos”. Por tanto, la cifra de partida es el empleo neto, 149.000 personas, todos ellos empleados temporales en el sector turístico y de servicios. Pero lo relevante es que se han destruido 50.000 empleos fijos a tiempo completo. El aumento del empleo temporal y la reducción de la población activa por la eliminación de los parados “desencantados”, 110.000 personas, es lo que explica la reducción del paro.
A partir de septiembre subidas de impuestos y recortes de gasto, pero no de los dos millones de enchufados, sino de los pensionistas, de los parados y de los funcionarios

Sin embargo, la verdadera fotografía la componen las cifras de paro desestacionalizadas. Datos que el INE tiene, pero que no da a conocer. Por otra parte, hay problemas mucho más graves que la sustitución de empleo fijo por empleo precario y a tiempo parcial, como el avance del paro de larga duración. En palabras de uno de los pocos analistas que sí analizan, Ángel Laborda: “Al comienzo de la crisis, los parados con más de un año de duración eran el 20% del total, ahora son casi el 60%. Es un problema más grave que el paro juvenil”. Y, si miramos las cifras de julio del INEM, los resultados son desoladores: el paro registrado -corregida la estacionalidad- ha subido en 7.500 personas, no bajado en 63.000 como afirma este gobierno de tramposos y sus mercenarios mediáticos. Y los afiliados a la Seguridad Social, una estadística mucho más fiable, se han reducido en 57.000 personas en términos desestacionalizados y no subido en 33.000. Así que señores  analistas de los brotes verdes ¿dónde están tales plantas?

La semana pasada en Washington, algunos amigos del FMI que no se creen ni de lejos las cifras de Contabilidad Nacional, me comentaron que iban a empeorar sus previsiones sobre España, como publicaron el viernes pasado. La previsión que ha hecho pública el organismo es menos mala que la que me comentaron en el  hotel Fairmont. Pronostican que el paro no bajará del 26% hasta ¡2018!, que el PIB caerá un 1,6% este año –2,5 % me dijeron en Washington off the record– y tendrá un crecimiento cero en 2014 –perderá un 1,5%, según me dijeron también off the record. Y esto no es lo peor. Al FMI le preocupa extraordinariamente, aunque no lo haya dicho expresamente, el imparable déficit público –pese a que no conocían las cifras de junio- y una deuda que crece exponencialmente, que es ya imposible de devolver y que nos costará en los próximos doce meses más de 40.000 millones de euros. Es por esta razón, y el temor a que antes o después nos quedemos sin financiación, por lo que han la recomendado “mantener abierta la opción de petición de un rescate”.

Las cifras de ejecución presupuestaria del Estado en la primera mitad del año han sido un desastre sin paliativos. Después de haber subido los impuestos a los niveles máximos de nuestra historia y dejarlos prácticamente en el nivel más alto en Europa, los ingresos han caído un 7,1%. Mientras que, tras recortes brutales, los gastos han crecido un 1%. La consecuencia es que el déficit del Estado al cierre de junio fue un 13% superior al del año pasado. Y el déficit del Estado alcanza ya el 3,8%, el total pactado para el conjunto del año con Bruselas. Las Autonomías no van a poder alcanzar el objetivo del 1,3% y la Seguridad Social tampoco rebajará el suyo al 1,4 %.
¿Cuánto dinero más van a tener que pagar los contribuyentes por su disparatada política de rescate indiscriminado de bancos absolutamente inviables?
Estos datos implican que en el segundo semestre el déficit del Estado tendría que ser cero, algo metafísicamente imposible, para cumplir los objetivos. Y la consecuencia es que a partir de septiembre subidas de impuestos y recortes de gasto, pero no de los dos millones de enchufados, sino de los pensionistas, de los parados y de los funcionarios. ¿Qué opinan de esto los mercenarios del hemos tocado fondo? Además, la deuda pública, cuyo crecimiento es exponencial, la deuda neta -amortizaciones aparte- se ha incrementado en 50.000 millones de euros. Es decir, un 127% superior a la del mismo periodo del año anterior. Y no se ha destinado ni un solo euro a la economía productiva, ni a las familias.   

¿Pueden explicar el presidente y los mercenarios asociados cómo, si en primer trimestre el Valor Añadido Bruto -cuya suma es el PIB- de una muestra del 30% del total de empresas españolas -desde la industria a los servicios, pasando por las exportadoras- ha caído un 5,8 %, el PIB ha caído sólo un 0,2%, o 0,8% en tasa anual, según la Contabilidad Nacional? Eso es un imposible metafísico. O son falsas las declaraciones de las empresas o es falso el PIB. Le pido que nos lo expliquen.

¿Pueden explicar cómo, si en el segundo trimestre el PIB oficial ha caído un 0,1%, los consumos correlacionados casi al 100% con el PIB, como el gasóleo para automoción o el consumo de electricidad, han bajado un 3,5% y un 12% respectivamente?

¿Pueden explicar cómo, después de afirmar el presidente, la vicepresidenta y el ministro de Economía que el rescate de bancos y cajas no iba a costar un euro a los contribuyentes, ahora resulta que ha existe una pérdida superior a 40.000 millones de los casi 250.000 que ha puesto el Estado desde 2007? ¿Cuánto dinero más van a tener que pagar los contribuyentes por su disparatada política de rescate indiscriminado de bancos absolutamente inviables? La conclusión es que nos espera un otoño de paro, empobrecimiento y lágrimas excepto para la casta política y sus dos millones de paniaguados: más impuestos, menores
 salarios, recorte de pensiones y de prestaciones de todo tipo. Y todo ello aderezado con un presidente  antidemocrático al que no se caen los anillos por mentir en el Parlamento y donde sea menester.



Tuesday 30 July 2013

Cultura Agrícola o Agricultura

 

Otra política agraria es posible y necesaria

 

29 de julio de 2013

Metido el campo en plenas faenas de verano de diferentes producciones, desde las tareas de recolección a los riegos, el sector agrario se ha encontrado al inicio de las vacaciones con tres instrumentos de política agraria que se podrían considerar como piezas claves para dar una vuelta a la misma.

 Desde el sector agrario se han criticado en muchas ocasiones, y casi siempre con razón, los programas de todos los partidos políticos por carecer de imaginación o repetir permanentemente los viejos tópicos en relación con los precios, los mercados y, ahora, los riesgos de la gran distribución para los intereses de agricultores y ganaderos o la propia industria. Hoy, a un lado elecciones y campañas electorales, organizaciones agrarias, cooperativas, Ministerio y comunidades autónomas, tienen ante sí material suficiente para definir qué tipo de política agraria y de mundo rural se quiere con la mirada puesta 2020, en un momento especialmente delicado.

 Tenemos un nuevo escenario donde, progresivamente, se ha impuesto una mayor apertura de fronteras para la entrada de productos desde terceros países, sin o con bajos aranceles. Se impone ser más eficaces y no tirar la casa por la ventana en un buen año de producciones y precios; los costes de producción han pasado de suponer entre el 50/60% de la renta agraria hace pocos años, a significar hoy más del 90%, lo comido por servido; se impone la necesidad de redimensionar las explotaciones; el relevo generacional no ha funcionado; la incorporación de los jóvenes a la actividad agraria no pasa de ser cosa de unos pocos, cuando no se dispone ya de un explotación familiar, al margen de la  agricultura simbólica de los ecorurales y,  yendo más allá, tenemos un mundo rural en proceso de desmantelamiento. Así estamos.

Un primer instrumento, por el que es posible hacer ahora otra política agraria, son las negociaciones a nivel nacional que se han iniciado entre Agricultura, Comunidades Autónomas y organizaciones agrarias para aplicar la reforma. Bruselas ha dejado abiertas muchas puertas, muchos  recursos para que todos esos responsables decidan qué tipo de actividad agraria quieren para el futuro, el tipo de agricultor o ganadero a apoyar, definir quién es ese agricultor activo prioritario a la hora de cobrar los fondos, la actividad o el modelo que se quiera impulsar, el apoyo a la incorporación de los jóvenes para apostar por el medio rural, tanto desde la perspectiva económica, de embarcarse en una actividad rentable, como por la disponibilidad de servicios mínimos de todo tipo en el pueblo sin la sensación de que uno se mete, con su familia, en un  camposanto.

Para lograr ese cambio es importante la distribución que se decida para una parte de eso 50.000 millones de euros de aquí al 2020. Si queremos que se consoliden las trabas para la reordenación de las explotaciones, que los mayores  de 70 años sigan montados en el tractor con sus tierras al hombro para complementar unas pensiones bajo mínimos, si queremos un medio rural fantasma de jubilados donde no se incorporan jóvenes.

Es mucho lo que hay por acordar en eso de la PAC, mucho lo que puede variar de una decisión a otra y mucho el protagonismo y la responsabilidad que se ha dejado en manos del propio sector que ahora, en  lugar de hacer grandes manifiestos, tiene que mojarse y decir de qué parte de la política agraria se halla. Es obvio que, además de todo ello, con unos fondos asegurados para una gran parte del sector agrario hasta 2020, ahora toca pensar en tener las explotaciones más eficientes, eficaces e innovadoras y organizadas del mundo para poner competir en todos los mercados. Y  ahí está, debería estar el papel de la información, el asesoramiento, la innovación, la organización pegada al campo, nuevas estructuras que sustituyan las que se eliminaron hace décadas porque olían al régimen anterior.

En relación con la PAC, es cierto que asegura fondos similares a los del pasado hasta 2020. Pero no se puede obviar que no contempla salidas para quienes no están percibiendo ayudas, que van a seguir sin ellas, aunque sean agricultores activos, simplemente porque en la reforma anterior no se contemplaban otras producciones o circunstancias. En eso, la PAC era y es injusta.

En estas negociaciones entre Ministerio, Comunidades Autónomas y el sector que deben seguir en otoño para, por ejemplo, definir quién se debe considerar como agricultor activo, ya se han logrado los primeros acuerdos de base entre los que se pueden destacar los siguientes:
  • aplicar una PAC estatal y no por comunidades autónomas,
  • no dar primas extra a las primeras hectáreas de una explotación,
  • eliminar los pagos por debajo de los 300 euros para reducir gastos administrativos y ofrecer a esos beneficiarios  una forma asociativa para cobrar todos en común,
  • destinar el 15% del sobre nacional para pagos acoplados fundamentalmente a las explotaciones ganaderas,
  • dividir el país en unas 40 regiones agronómicas donde converjan las ayudas,
  • no transferencia de fondos entre pilares de los pagos  directos al desarrollo rural o a la inversa,
  • destinar el  2% del sobre para apoyo a los jóvenes,
  • no incluir viñedos y frutas sin pago por derechos históricos en los nuevos pagos por superficie,
  • establecer el techo de pagos por beneficiario en 300.000 euros si Bruselas da finalmente esa competencia a los países miembros o asignar derechos sobre superficies de pastos si el beneficiario se halla dado de alta con una explotación ganadera el registro correspondiente, REGA. 

Además de ello, han sido aprobadas en estas fechas dos leyes para el futuro del sector agrario y alimentario si se logra su aplicación con la eficacia. Son dos disposiciones claves, pero con una lectura totalmente opuesta. Una, la Ley de fomento a la integración cooperativa donde el principal responsable de su aplicación es el propio sector agrario. En la otra, la Ley de la cadena alimentaria, el sector es un sujeto pasivo y todo depende del juego limpio que quiera la gran distribución y muchas industrias y hasta dónde quiera dejar llegar los desmanes la propia Administración, especialmente en lo que se refiere a la venta a pérdidas, donde Economía lleva años mirando a otra parte.

En cualquier programa electoral en las últimas décadas nos hemos topado con el compromiso de las siglas de turno para la agrupación cooperativa. En la mayor parte de los casos, ha sido un fracaso y ello se refleja  en que haya solamente una docena de grupos realmente importantes, frente a unas 4.000 cooperativas cuyos gerentes se llegan a  discutir el espacio en un mismo pueblo. No tiene ningún sentido esta estructura, como tampoco el que algunas comunidades autónomas, como Castilla y León, hayan puesto a veces  palos en las ruedas para la integración de una cooperativa en otra más  grande, pero de otra comunidad autónoma. No solo es necesario, sino urgente, parar ese minifundismo cooperativo, potenciar la integración de agricultores y ganaderos en ese tipo de estructuras si el sector quiere ganar en eficacia y eficiencia, tanto para comprar como para vender, mejorar ingresos y rebajar costes de producción. En la actual situación, no hay futuro fuera. Y no es  una decisión  del gobierno, cosa de una Ley, sino algo que debe adoptar el propio sector, los socios y los gerentes de cada pequeña cooperativa con miedo a perder su protagonismo.

En lo que afecta a la Ley de la Cadena Alimentaría, Agricultura ha hecho un esfuerzo para tratar de poner un poco más de orden y equilibrio entre los intereses de todas las partes, productores agrarios, industriales y los grupos de distribución, hoy en una posición de claro dominio. Hay puntos  importantes positivos, como la exigencia obligatoria de los contratos, la regulación de todas las demás condiciones, la posibilidad de las denuncias anónimas,  la actuación de oficio de la Agencia de control y el riesgo de fuertes sanciones. En otros se ha quedado corta. Habrá que esperar por ejemplo, a ver si se vigila y sancionan las ventas a pérdidas que no se regulan en esta Ley, porque dijeron los de Economía que eso ya estaba regulado, aunque nunca se aplicó. Era una exigencia imposible que la nueva Ley señalara que los precios de venta contemplaran, como mínimo, los costes de producción. Pero, lo que no tolera el sector, aunque lo aplaudan muchos consumidores, es que se vendan productos agrarios por debajo de los precios de compra en origen o siempre a la baja, a precios de oferta. Esta política de precios bajos, de apretar siempre al último eslabón de la cadena, la están pagando agricultores y ganaderos poniendo en peligro cultivos y cabañas ganaderas en beneficio de las importaciones hoy baratas, pero que mañana pueden ser muy costosas si eliminamos un tejido productivo y se consolida la dependencia exterior. Porque una explotación agraria, no es como una máquina de hacer tornillos que hoy se para, pero mañana puede volver  funcionar.

Por el futuro del sector, es posible y necesaria otra política agraria.

Vidal Maté

artículo

Reserva Federal ¿quién? ¿cuándo? ¿cómo? ¿dónde?

Yellen vs. Summers

30 de julio de 2013
 
La presidencia del banco central más importante del mundo, la Reserva Federal de EEUU, deberá renovarse al inicio del próximo año. Está prácticamente descartado que su actual inquilino, Ben Bernanke, tras dos periodos en ese cargo prorrogue su mandato. En consecuencia, el sucesor al frente de la Fed tendrá como principal responsabilidad gestionar la retirada de las decisiones excepcionales de estímulos monetarios adoptadas desde el inicio de la crisis. No es un empeño urgente, pero desde luego no será fácil. Más allá de ese tan delicado como singular cometido, deberá gobernar un sistema complejo, constituido por los 12 bancos que integran el sistema federal y más de 18.000 empleados. Además de la política monetaria, el sistema de la Reserva Federal es responsable de la regulación bancaria, aún más tras las nuevas regulaciones adoptadas, y de la gestión del sistema de pagos. Por eso es razonable que desde hace meses, y no solo en la comunidad financiera, se preste atención creciente a ese relevo. No hace falta insistir en que el impacto de cualquier decisión que se adopte en esa institución trasciende los intereses estadounidenses para marcar el paso a los demás bancos centrales y condicionar el comportamiento de la economía global.

A estas alturas son dos los candidatos más destacados: Janet Yellen y Lawrence Summers. Ambos reúnen algunas de las condiciones consideradas tradicionalmente convenientes para una posición tal: respetables académicos, conocimiento de la realidad financiera y dilatada experiencia pública al más alto nivel. Aunque, en realidad, hasta que asuman su función será difícil evaluar la capacidad para abordar propósitos tan sensibles en un momento tan singular como el actual. Las habilidades para la gestión de crisis económicas y financieras como la que se desencadenó en el verano de 2007 no es algo que se adquiera por vías convencionales.

Ambos tienen bien acreditada  la capacidad para entender y evaluar lo que ocurre en la economía. No solo por sus bien ganadas credenciales académicas y como macroeconomistas, sino por sus años de experiencia cercanos a la actividad económica y financiera.

Summers estuvo en el Tesoro con Robert Rubin en la gestión del “tequilazo” durante la presidencia de Clinton y como secretario del Tesoro y presidente del Consejo Económico con Obama. Cuenta, además, con una controvertida experiencia como rector de la Universidad de Harvard.

Yellen es vicepresidenta de la Fed desde hace tres años, y antes fue presidenta del banco correspondiente de San Francisco. A pesar de sus claras preferencias demócratas, ha coexistido muy bien con Ben Bernanke, designado por George W. Bush en 2005.  En realidad, ha constituido el apoyo más importante a la estrategia de estímulo definida por la Fed como respuesta a la crisis. Es considerada una “paloma, claramente partidaria de ese “forward guidance” pionero de la Fed y de los avances en la transparencia con la que ese banco central viene comportándose recientemente. Con ella en la presidencia podríamos tener más seguridad de que no retirarían los estímulos monetarios de forma precipitada y, por tanto, de que confirmaría el compromiso de mantener los tipos de interés en los niveles actuales hasta que la tasa de paro no alcance el 6%. Un compromiso que sigue siendo muy importante: con independencia de la recuperación en que está inmersa esa economía, su afianzamiento está lejos de darse por descontado.

Summers, por su parte, ha mostrado en una conferencia reciente su escepticismo acerca de la virtualidad de las tres ediciones de “Quantitative Easing (QE) aplicados por la Fed. Además, para no pocos votantes y senadores demócratas (20 de ellos acaban de firmar un manifiesto en apoyo de Yellen) se cuestiona su grado de independencia de Wall Street. En la memoria sigue la defensa que junto a Rubin hizo de la desregulación financiera en la época Clinton. Yellen, por su parte, ha dejado clara su posición sobre el reforzamiento de las exigencias de capital de los grandes bancos en la gestión de esta crisis.

El carácter y los estilos de dirección probablemente cuenten en la designación del presidente. Summers tiene una bien ganada reputación de autosuficiente, consciente de su brillantez. Irascible en ocasiones. De Yellen, sin embargo, es alabada su capacidad para deliberar, para encontrar consensos. Es partidaria de la adopción de decisiones en cierta medida colegiadas, como ha demostrado en las sesiones del órgano decisor en política monetaria de la Fed, el Federal Open Market Committee (FOMC). En este órgano, como sus actas han revelado, es raro que se imponga sin más una opinión aislada, por autorizada que ésta sea. En realidad, el presidente es uno más de los siete miembros del Consejo de Gobernadores y los presidentes de los 12 bancos del país, aunque solo cinco de estos últimos tienen voto, dependiendo de los años. Además de estas decisiones de política monetaria, algunas regulatorias también se adoptan colegiadamente por los siete miembros del consejo. 

Los anteriores serán sin duda factores que contarán en la decisión de Obama. Pero también es posible que lo hagan los grupos de presión de todo tipo, desde el propio staff de la Casa Blanca, hasta los partidarios de que se inaugure una fase con una mujer en la institución económica más poderosa del mundo: Yellen podría ser la primera presidenta de la Reserva Federal en sus 100 años de historia. Que su marido, el premio Nobel George Akerlof, haya sido uno de los candidatos de segunda línea, junto a Ferguson, o el anterior secretario del Tesoro Tim Geithner, también puede influir. No hay prisas para la elección, pero cuanto más espere Obama, mayor será el ruido ambiental y la sensibilidad extrema a cualquier movimiento o afirmación de los dos principales candidatos, por banal que en otro contexto pudiera resultar.

Emilio Ontiveros

Un problema que tenemos y de por qué los incapaces que nos mandan

Por qué a los incompetentes les va mejor en el trabajo... y ascienden: se creen los mejores y solo son... mediocres, pero te ganan en ambición.


“El exceso de confianza en uno mismo ayuda a subir en la escala social. Los individuos que se creen mejores que los demás, aunque objetivamente no lo sean, son los que alcanzan un mayor estatus profesional y social”. Esta es la clave que determina la movilidad social, según se plasma en el estudio A Status-Enhancement Account of Overconfidence dirigido por el profesor de la Haas School of Business de Berkeley Cameron Anderson, en colaboración con investigadores del IESE Business School de la Universidad de Navarra. Unas conclusiones que valoran el manejo de los recursos emocionales propios y la imagen que cada uno se autoconstruye por encima de la procedencia social, relativizando así el hermetismo de la herencia de clase. 

Este exceso de confianza (irreal) estaría motivado, según Anderson, por el propio atractivo del ascenso social, ya que así se conseguiría más fácilmente el respeto y consideración de los demás, a parte de la influencia sobre ellos en los que se basa el estatus. Los investigadores ponen como ejemplo su propio ámbito de trabajo: “El 94% de los profesores universitarios se creen más talentosos que sus compañeros, lo que estadísticamente es imposible”, pero con esta actitud consiguen, como se ha demostrado en los grupos de discusión, una mayor atención, prestigio y admiración que, a la larga, acaba posicionando a estas personas en un nivel profesional alto.

Los investigadores partieron de la base de que la sobreconfianza puede ser perjudicial y acarrea ciertos riesgos. Sin embargo, concluyeron que se gana más de lo que se pierde. “Los resultados del estudio explican por qué el exceso de seguridad en uno mismo es tan común, y es que proporciona grandes beneficios sociales para el individuo que tiene esta falsa creencia”, apunta Anderson.

Liderazgo e inteligencia

Esta nueva aportación a las teorías de la movilidad social serviría también para explicar el hecho de que no siempre ascienden en el trabajo o en la escala social las personas más competentes, sino las que mejor saben venderse. Una explicación extensiva a cualquier tipo de organización, sobre todo en los partidos políticos, donde sus miembros son más susceptibles a dejarse llevar por las figuras con más reputación y reconocimiento, aunque sea racionalmente injustificado.Creer excesivamente en uno mismo es más beneficioso que perjudical

En uno de los experimentos del estudio, los investigadores conformaron un grupo de 242 estudiantes de MBA a los que se les entregó una lista de personajes históricos, entre ellos algunos inventados o muy poco conocidos, para que los identificasen. Una vez recogidos los resultados, se dio la situación de que los alumnos que aseguraron haber reconocido a todos los personajes, intentando demostrar falsamente que tenían más conocimientos que los demás, fueron también los que lograron mayor prestigio por parte del resto del grupo. La mayoría de los participantes no identificaron el exceso de ego en sus compañeros y simplemente asociaron sus resultados a sus supuestas capacidades.

Nos engañan y nos dejamos engañar

El simple engaño no es suficiente para ganarse la confianza de los demás. Según se desprende del estudio, este tipo de individuos cuentan con unas desarrolladas habilidades sociales y saben manejar perfectamente la retórica, el lenguaje corporal y otros recursos para ganarse al resto del grupo. Como se reveló en los grupos de discusión, los líderes coparon más minutos hablando que los demás, se explicaron en todo momento con total seguridad y fueron más convincentes que el resto de compañeros cuyos currículos y conocimientos eran mayores.

Lo más curioso para Anderson es que estas personas se ganaron la simpatía del resto del grupo a pesar de la prepotencia de la que se les podría acusar. Sin embargo, “su comportamiento fue muy sutil, sintiéndose cómodos y haciendo sentir lo mismo a los demás, en su tarea de convencer sobre sus altas competencias, a pesar no tenerlas siempre”.


Sunday 28 July 2013

¿Te lo había contado?


La responsabilidad de los poderosos, 

Gabriel Tortella, 

El País


LA CUARTA PÁGINA

Alemania está dando muestras hoy de una miopía económica y financiera sólo comparable con la de Estados Unidos hace noventa años, cuando sus errores contribuyeron decisivamente a la Gran Depresión

Se ha comparado con frecuencia la presente e interminable crisis con la Gran Depresión del pasado siglo. El contraste, al arrojar luz la experiencia del pasado sobre el presente, nos puede ayudar a encontrar modos de salir de la crisis o, por lo menos, de acortarla.

Uno de los aspectos que quizá no se ha recalcado lo bastante es la enorme responsabilidad que recayó en los Estados Unidos de América por la Gran Depresión. No es solo que el derrumbe de la Bolsa de Nueva York fuera el detonante de la depresión, ni que, como tanto se dijo entonces, “cuando Estados Unidos se resfría, el mundo entero contrae una pulmonía”, ni que el reflejo proteccionista del Arancel Hawley-Smoot de 1929 contribuyera al desplome del comercio mundial y a la subsiguiente guerra de tarifas. Es que el aislacionismo norteamericano tras la I Guerra Mundial fue tan intenso e irresponsable que contribuyó poderosamente a entorpecer la recuperación posbélica y a exacerbar las tensiones económicas y políticas en Europa. Por ello, el hundimiento de Wall Street fue seguido por una serie de derrumbes económicos y explosiones políticas que, como una traca infernal, provocaron el estallido de la II Guerra Mundial.

Al concluir la anterior Guerra Mundial Estados Unidos emergió como la gran potencia hegemónica, por haber quedado dañadas y empobrecidas Inglaterra, Alemania y Francia. Los grandes países europeos, además de destrozados por la guerra, quedaron endeudados con Estados Unidos, y Alemania en especial, por la exigencia que el tratado de paz de Versalles le impuso de pagar cuantiosas reparaciones, de carácter más punitivo que equitativo. Inglaterra y Francia se habían endeudado con América para hacer frente a sus gastos bélicos. Se creó así una maraña de deudas por la cual, a fin de cuentas, todos debían enormes cantidades a Estados Unidos, que además era el país que acumulaba, con gran diferencia, las mayores reservas de oro. Estaba así en las manos de Estados Unidos contribuir a equilibrar la situación internacional ayudando a una empobrecida Europa a salir del agujero en que la guerra la había sumido. Sin embargo, Estados Unidos hizo una política miope, sin asumir las responsabilidades que por su enorme poder le incumbían. Ya fue un mal presagio cuando el Senado norteamericano se negó a adherirse a la Sociedad de Naciones que su propio presidente, Woodrow Wilson, había patrocinado. Peor fue cuando otro presidente estadounidense, Calvin Coolidge, se negó a rebajar deudas diciendo: “Ellos se endeudaron ¿no?”. Pero quizá lo más grave fue que, con verdadera avaricia, la Reserva Federal “esterilizó” su oro, es decir, se negó a practicar la política expansiva que hubiera correspondido a un país con sus enormes reservas áureas. Ello hubiera aumentado las importaciones, con lo que hubiera dado un respiro a los países europeos, sumidos en el marasmo por tratar de mantener la disciplina del patrón oro, reconstruir sus economías, y pagar las deudas a Estados Unidos sin apenas poder exportar a este país. Todo esto contribuyó a difundir y agravar la Gran Depresión.

La situación de la Europa de hoy tiene interesantes paralelos con la del mundo occidental de entonces. Hoy es Alemania el país hegemónico, cuando entonces era el PIG por excelencia: perdedor, deudor, y culpable de haber iniciado la guerra. Hoy los PIG somos los países del sur de Europa por haber gastado lo que no teníamos y habernos endeudado con Alemania. Entonces el sistema monetario estaba sometido a las rígidas reglas del patrón oro: en la Europa del hoy estamos sujetos a las reglas aún más rígidas del euro. Las reglas del patrón oro impedían a los países europeos poner en práctica una política expansiva porque sus reservas eran muy escasas: a pesar de todo, casi todos tuvieron déficits presupuestarios, aunque sus cuantías eran de risa comparadas con los déficits de hoy. El único país que hubiera podido practicar una política expansiva era Estados Unidos, como hemos visto, pero su mezquindad se lo impidió. No olvidemos que Franklin Roosevelt, el héroe del NewDeal, acusó a su contrincante Herbert Hoover en la campaña electoral de 1932 de haber tenido déficit presupuestario. Además de mezquino, Estados Unidos pecaba de arrogante, impartiendo lecciones de austeridad y moralidad a los desvalidos europeos. ¿Les recuerda esta actitud la de algún país en la Europa de hoy? A mí también. Pero es cierto que América aprendió la lección y, tras la II Guerra Mundial, se rehabilitó gracias al Plan Marshall; y es el ejemplo del secretario de Estado George Marshall y del presidente Harry Truman el que habría que tomar hoy por guía, no el de Calvin Coolidge.


Hoy son las reglas monetarias de Eurolandia las que impiden a los países del sur practicar una política expansiva. En mi opinión, esto es correcto si queremos permanecer en el euro y que Este perviva. Sin embargo, los países del norte, y en especial Alemania, sí tienen margen de maniobra para practicar una política expansiva que estimularía a los del sur: la cotización del euro está muy por encima de su paridad teórica, Alemania tiene una posición financiera saneada, y su crecimiento, en cambio, es raquítico. Sin embargo, el país teutón está dando muestras de una miopía político-económica solo comparable con la de Estados Unidos hace 90 años. Su conducta ante la crisis griega, pensando más en los bancos alemanes que en los intereses de la eurozona; su reciente comportamiento ante la crisis chipriota, patrocinando una cicatería ridícula dadas las modestas dimensiones de la economía chipriota, lo que abocó al Gobierno de la isla a tomar decisiones desesperadas y disparatadas, como intentar penalizar a los depositantes modestos a pesar de estar legalmente protegidos; todos estos son ejemplos de estrechez y miopía que ponen en peligro el euro.

Dicen que Angela Merkel, en sus años de estudiante, tardaba eternidades en decidirse a saltar del trampolín a la piscina. Si esto es cierto (y se non è vero è ben trovato), ahora comprendo lo que ocurre con la unión fiscal y la unión bancaria europeas, dos medidas indispensables para la consolidación del euro, de las que se habla hace ya años, pero cuya puesta en práctica se eterniza. La unión bancaria aglutinaría los sistemas bancarios de los miembros de la Unión en un sistema bancario europeo, con una única supervisión, y con un único Fondo de Garantía. Esto parece indispensable existiendo una moneda única y un Banco Central Europeo. Pues bien, el proyecto está empantanado, especialmente por las dudas de los alemanes, que a lo mejor temen que se contaminen sus bancos si se rozan demasiado con los meridionales.

Algo parecido, aunque peor, ocurre con la unión fiscal, es decir, la creación de una especie de super-Ministerio de Hacienda europeo que supervisara las políticas presupuestarias de los Estados miembros con mayor rigor y regularidad que hasta ahora hace la Comisión. Un organismo así hubiera impedido derroches y déficits como los que practicaron los países del sur durante la burbuja de principios de siglo. Pero falta decisión para presionar a los Estados a delegar su soberanía fiscal. Ambas uniones, la bancaria y la fiscal, reforzarían tremendamente la economía de la Unión y fortalecerían el euro de tal modo que dejarían un gran espacio para políticas más expansivas que, entre otras cosas, permitieran combatir eficazmente la lacra del paro.

¡Ánimo, señora Merkel! No sigamos cayendo en los errores de Estados Unidos hace 90 años, que tanto daño hicieron a Europa y, sobre todo, a Alemania. Los poderosos tienen mayores responsabilidades que los humildes, y estas recaen hoy sobre Alemania. No espere a las elecciones. Hay que mojarse, señora Merkel; la piscina está esperando.

Gabriel Tortella es profesor emérito de Historia Económica en la Universidad de Alcalá.

Elemental querido krug-super-man...


 

Detroit, la nueva Grecia, 

Paul Krugman, 

Negocios de El País


Cuando Detroit se declaró en quiebra, o al menos lo intentó (la situación legal se ha complicado), sé que no fui el único economista que tuvo un mal presentimiento sobre el probable impacto que tendría en nuestra retórica política. ¿Iba a ser lo de Grecia otra vez?

Está claro que a algunos les gustaría que eso ocurriera. Así que dirijamos esta conversación por buen camino antes de que sea demasiado tarde.

Vale, ¿de qué estoy hablando? Como posiblemente recordarán, hace unos años Grecia se hundió en una crisis fiscal. Esto era malo, pero las consecuencias para el resto del mundo deberían haber sido limitadas; al fin y al cabo, la economía griega es bastante pequeña (de hecho, representa alrededor de 1,5 veces la economía del Detroit metropolitano). Por desgracia, muchos políticos aprovecharon la crisis griega para adueñarse del debate y cambiaron el tema de la creación de empleo por el de la rectitud fiscal.

Pero lo cierto es que Grecia era un caso muy especial del que se podían extraer pocas o ninguna lección para la política económica más en general, e incluso en Grecia los déficits presupuestarios eran solo una parte del problema. No obstante, durante un tiempo, el discurso político en todo el mundo occidental estuvo totalmente “helenizado”: todo el mundo era Grecia o estaba a punto de convertirse en ella. Y este mal giro intelectual socavó enormemente las posibilidades de recuperación económica.

Así que ahora los cascarrabias del déficit tienen un nuevo caso que malinterpretar. Da igual que la pronosticada crisis fiscal de Estados Unidos no se materialice, o la fuerte caída en las previsiones sobre los niveles de deuda estadounidenses, o que muchos de los estudios que utilizaban los cascarrabias para justificar sus sermones hayan sido refutados; ¡obsesionémonos con los presupuestos municipales y las obligaciones de las pensiones públicas!

O mejor no.

¿Constituyen las desdichas de Detroit los primeros estadios de una crisis nacional de las pensiones públicas? No. Desde luego, las pensiones estatales y locales están insuficientemente financiadas y expertos del Boston College cifran el déficit total en un billón de dólares. Pero muchos Gobiernos están adoptando medidas para solucionar ese déficit. Estas medidas siguen sin ser suficientes; los cálculos del Boston College indican que las aportaciones totales a las pensiones este año serán unos 25.000 millones de dólares menos de lo que deberían. Pero en una economía de 16 billones de dólares, eso no es gran cosa, y aunque nos pongamos en el peor de los supuestos, en las suposiciones más pesimistas, como nos dicen que deberíamos hacer algunos, aunque no todos, los contables, sigue sin ser gran cosa.

Entonces, ¿ha sido Detroit particularmente irresponsable? Una vez más, no. Detroit parece haber tenido un sistema de gobierno especialmente malo, pero, fundamentalmente, la ciudad solo ha sido una víctima inocente de las fuerzas del mercado.

¿Qué? ¿Las fuerzas del mercado se cobran víctimas? Por supuesto que sí. A fin de cuentas, a los entusiastas del mercado libre les encanta citar a Joseph Schumpeter, que hablaba de la inevitabilidad de la “destrucción creativa”, pero ellos y su público invariablemente se describen siempre como destructores creativos, no como los creativamente destruidos. Pues adivinen: alguien siempre acaba siendo el equivalente moderno de un productor de látigos de carruaje, y ese podría ser usted.

A veces, los perdedores del cambio económico son individuos cuyas aptitudes se han vuelto superfluas; a veces son empresas que prestan servicio a un sector del mercado que ya no existe, y a veces son ciudades enteras que pierden su lugar en el ecosistema económico. El declive es una realidad.

Es verdad que en el caso de Detroit, la disfunción política y social parece haber empeorado las cosas. Una consecuencia de esta disfunción ha sido un caso grave de “dispersión laboral” en la zona metropolitana; los empleos abandonaron el núcleo urbano aun cuando el empleo en el área metropolitana de Detroit seguía creciendo, y aun cuando otras ciudades estaban viviendo una especie de renacer de los centros urbanos. Menos de una cuarta parte de los trabajos que se ofertan en la zona metropolitana de Detroit se encuentran a menos de 20 kilómetros del céntrico barrio tradicional de negocios; en el centro de Pittsburgh, otro ex gigante industrial cuyos días de gloria son cosa del pasado, la cifra supera el 50%. Y la relativa vitalidad del centro de Pittsburgh podría explicar por qué la que fuera capital del acero da muestras de un renacer, mientras que Detroit no para de hundirse.

Por tanto, mantengamos desde ya un debate serio sobre la mejor manera en que las ciudades pueden gestionar la transición cuando sus fuentes tradicionales de ventaja competitiva desaparecen. Y mantengamos también un debate serio sobre nuestras obligaciones como país con aquellos conciudadanos que han tenido la mala suerte de encontrarse viviendo y trabajando en el lugar equivocado en el momento equivocado, porque, como decía, el declive es una realidad, y algunas economías regionales acabarán contrayéndose, tal vez de manera drástica, hagamos lo que hagamos.

Lo importante es no permitir que el debate sea secuestrado, como ocurrió con Grecia. Hay gente influyente a la que le gustaría que creyeran que la defunción de Detroit es básicamente una historia de irresponsabilidad fiscal o de empleados públicos avariciosos. No lo es. En buena parte es solo una de esas cosas que suceden de vez en cuando en una economía siempre cambiante.

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.
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Saturday 27 July 2013

No me lo puedo creer... A Alemania también le timan: el mal es endémico



Desmitificando la Banca alemana.


No existe plena conciencia en España de lo que ha estado ocurriendo en Alemania con sus Bancos, los cuales se presentan frecuentemente en los medios españoles como modélicos, además de fuertes y sólidos. La gran centralidad de la Banca alemana en el sistema financiero europeo se atribuye (erróneamente) a su fortaleza. El hecho de que un empresario español tenga que pagar unos intereses más elevados que un empresario alemán para conseguir un préstamo de su Banca se atribuye (también erróneamente) a que el banco alemán es más eficiente, más sólido y más solvente que el Banco español.

En realidad, la Banca alemana estuvo a punto de colapsarse. Y fueron el Banco Central estadounidense (el Federal Reserve Board, FRB) y el Estado alemán los que la salvaron. Veamos los datos (poco conocidos en España) extraídos en gran parte de la serie de artículos y entrevistas del mejor analista alemán de la banca, el señor Harald Schumann, en Der Tagesspiegel (ver entrevista en ‘La Vanguardia’, por Rafael Poch, 27.04.13, así como el excelente libro por este autor titulado ‘La quinta Alemania’, Icaria, 2013), y del informe del Senado de EEUU sobre la ayuda del FRB a la Banca (extraigo los datos de tales documentos). El hecho de que el motor de la economía alemana sea su sector exportador explica que Alemania y su sistema financiero estén por todas partes. Y, como no, el capital financiero estaba sumergido profundamente en la compañía aseguradora estadounidense AIG. Del capital financiero alemán, el banco más metido en AIG era el Deutsche Bank, situación de la que, por cierto, el gobierno y Estado alemanes no tenían ni idea, como muestra el hecho de que el Ministro de Finanzas del gobierno alemán, el Sr. Peer Steinbrück (hoy candidato socialdemócrata a la presidencia de aquel país) indicara que el colapso financiero estadounidense no afectaría al sistema financiero alemán como consecuencia de su fortaleza. A las pocas semanas, este señor tuvo que cambiar de opinión. Si no hubiera sido por la ayuda del FRB al AIG y al Deutsche Bank, este Banco habría desaparecido. En realidad, el colapso del sistema bancario creó una situación caótica en la banca alemana que originó una ayuda masiva del FRB y del Estado alemán a la Banca alemana.

El Estado alemán dio (así de claro, dio) 100.000 millones de euros al Hypo Real Estate (HRE) bajo el famoso argumento de que había que salvar a la Banca por todos los medios, ya que la Banca era la sangre del cuerpo. Las transfusiones sanguíneas fueron masivas. Por cierto, gran parte de esta transfusión fue a la Banca alemana, que había invertido más de 200.000 millones de euros en España y, muy en especial, en las actividades especulativas del sector inmobiliario. Estas inversiones fueron el origen del establecimiento de la burbuja inmobiliaria en España.

Cuando la Banca alemana se paralizó, la transferencia de fondos de la banca alemana a la española se paralizó también, lo cual provocó el estallido de la burbuja inmobiliaria española, creando, a su vez, la crisis bancaria española. El hecho de que la crisis fuese incluso más profunda en España que en Alemania (la cual se benefició de las transferencias del FRB, más de 12.000 millones en el caso del Deutsche Bank) explica la diferencia entre tipos de interés, que perjudica al empresario y a las familias españolas. Si Alemania hubiera tenido que pagar los mismos intereses que pagaba antes de la crisis, se habría gastado 80.000 millones de euros más de los que se ha gastado. Todo un chollo. Y para complicarlo más, la Banca alemana está exigiendo que la Banca española le devuelva los mencionados 200.000 millones, forzando que se “rescate” a los bancos españoles, lo cual es, en realidad, el rescate a la Banca alemana. Así de claro.

Vincenç Navarro