Friday, 21 June 2013

... y en esto llegó el HOMO ECONOMICUS


La Riqueza y el Dinero no generan Felicidad


Quizá el Apocalipsis no esté tan lejos, y quizá también tenga una forma que no esperamos, la de una catástrofe ecológica. «Si un ciudadano chino consumiera el mismo papel que uno americano, acabaríamos con los dos tercios de los bosques del planeta». Así de claro se expresa Daniel Cohen, prestigioso economista francés que acaba de publicar «Homo economicus, el profeta (extraviado) de los nuevos tiempos» (Ed. Ariel), en el que no deja ninguna de las íes de nuestro mundo contemporáneo sin su punto correspondiente: los nuevos ricos, el homo digitalicus, Internet, las redes sociales, la globalización, la educación, los problemas laborales, China, la crisis del euro, las medidas de austeridad...
Y a vuelta con China y su desarrollo económico de los últimos años, Cohen apunta nuevos y atemorizantes argumentos: «Hoy en día, los dirigentes chinos apuestan porque el crecimiento económico les librará de que surja la reflexión sobre la falta de legitimidad democrática del régimen. Pero yo me pregunto, ¿cuándo desaparezca el crecimiento qué pasará?, porque estoy seguro de que eso sucederá, la pujanza de la economía china acabará por ralentizarse, y quizá se produzca una crisis allí como las de los años 30 en los Estados Unidos. ¿Qué sucederá? ¿Llevará a una guerra civil? ¿A una guerra a secas? ¿Por qué los chinos siguen manteniendo vigente ese odio radical hacia Japón? ¿Será una posible salida de escape?».
Llegar a fin de mes

Para la mayoría de las personas, la economía consiste en llegar a fin de mes, pero en ese tortuoso camino aparece el lobo de la macroeconomía: «No deja de resultar paradójico –explica Daniel Cohen– que la sociedad de hoy sea más rica que la de hace veinte, cincuenta años, y que sin embargo el grado de necesidad de la mayoría de las personas sea el mismo, que a finales de mes la gente se vea con tan solo diez o veinte euros en el bolsillo, parece como si esas necesidades, el alquiler, la hipoteca, la gasolina, la comida, fuesen una marea que no para de crecer y que nos priva de nuestra libertad».
Quizá, es que sí, que los ricos también lloran: «Es una de las tesis que defiendo en este libro: la riqueza no crea el bienestar de las sociedades, porque crea fenómenos de adicción que nos hacen sentirnos siempre tan necesitados. La riqueza, el dinero, no generan felicidad, pero la crisis sí que genera infelicidad. Conciliar las necesidades de la gente y los problemas de la economía es lo que deberíamos hacer».
Al fin y al cabo todos somos en buena medida un homo economicus que, según Cohen, «es tan importante en nuestra vida como lo han sido otras especies humanas anteriores, sobre todo si uno es pobre». El retrato robot del economicus es sencillo: «Es ese hombre en el que prácticamente todo lo que hace viene determinado por la economía, desde elegir entre comprar un televisor o gastarse el dinero en educar a sus hijos, o si, por ejemplo, es un africano, pensar si tiene que comprarse una mosquitera para aislarse del paludismo. Si no defendemos los bienes que hemos conseguido en educación, en sanidad, todo lo que nuestra sociedad ha conseguido en los dos últimos siglos se estaría cuestionando».
Prioriza tus deseos dentro de tus posibilidades, llegarán a determinar tu vida y en definitiva tu paso por ella, la felicidad --que no dejan de ser los intereses de tu inversión-- es tu meta que no te distraigan, ni te distraigas.

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