Crisis de liderazgo en VW
Ferdinand Piëch, víctima de su propio maquiavelismo
Hace una semana, el consejo de vigilancia del Grupo VW aceptó la dimisión del que hasta entonces había sido su presidente, el mítico ingeniero e industrial Ferdinand Piëch. Su decisión no fue voluntaria. En el aeropuerto de Braunschweig, antes de iniciarse la reunión del Consejo, fue abordado por varios de sus miembros que le ofrecieron la salida honrosa de la dimisión.
El terremoto que se lo ha tragado lo había provocado él mismo 10 días antes al pretender despedir a Martin Winterkorn,
el actual presidente ejecutivo del consorcio y artífice de su actual
desarrollo hasta convertirse en el segundo fabricante mundial.
Por una vez no calculó bien sus apoyos. En especial los de la
representación sindical, que tiene 10 de los 20 votos del consejo y que
siempre le había respaldado. Pero que, esta vez, se pusieron del lado de
Winterkorn. Aunque ahora lo quisiera sustituir por Matthias
Muller, presidente de la marca Porsche, Winterkorn había sido
considerado siempre como un hombre de Piëch, que lo propuso como presidente ejecutivo cuando se marchó Bernd Pischetsrieder.
Éste último, cuando era presidente de BMW, se había ganado el respeto
de Piëch al conseguir que le cediera la marca Rolls Royce, por la que
ambas empresas competían. Lo atrajo a VW nombrándole presidente de Seat y después hizo que le sucediera como presidente ejecutivo cuando él, en 2002, pasó a presidir el Consejo de Vigilancia.
La irrupción de Gerhard Schroeder
Pero el socialdemócrata Gerhard Schroeder, primer ministro de Baja
Sajonia (que tiene dos puestos en el Consejo), fue elegido canciller de
Alemania, y le sucedió el democrata-cristiano Christian Wulff, cuya
relación con Piëch no era buena. De acuerdo con él,
Pischetsrieder intentó un golpe de mano, pero los sindicatos se opusieron y el promotor del intento tuvo que salir del grupo al fin de su contrato, dejando el puesto a Winterkorn.
Nieto del mítico Ferdinand Porsche, el creador del Escarabajo,
demostró desde el comienzo de su carrera profesional en Porsche, la
empresa familiar, ser un brillante ingeniero. Diseñó coches de competición que dominaron el Campeonato del Mundo de Resistencia. Pasó a Audi, que había sido adquirida por el Grupo VW, en la que creó modelos que le dieron un carácter premium
como el Audi 100 y el Audi Quattro. Estos logros le llevaron, primero a
la presidencia de Audi, y después, cuando se jubiló Carl Hahn, a la
presidencia ejecutiva del Grupo VW.
Este ascenso le llegó en 1993, en un momento difícil. La caída del
muro de Berlín había abierto los mercados del Este de Europa pero la
inestabilidad que se creó afectó a muchas economías, entre ellas, la
española. Su antecesor había apostado por España, invirtiendo en
Seat, que se convirtió en el origen de todos males para Piëch que, en
2001, en la presentación de una nueva generación del modelo Polo en
Wolfsburg, declaró «si de mí hubiera dependido, jamás hubiéramos comprado Seat». Su apuesta fue por la marca checa Skoda que cuando fue adquirida producía la mitad de la española y que ahora la triplica.
Sus jugadas maestras
Sí logró conquistar al ingeniero español José Ignacio López
de Arriortúa, el hombre que revolucionó los sistemas de suministros y
producción en la industria, que siguen vigentes 20 años más tarde. Superlópez,
como se le llamaba, era vicepresidente de compras y suministros de
General Motors (GM) en Detroit y saltó al Grupo VW casi sin avisar. GM
le acusó de haberse llevado información sensible y López de Arriortúa
tuvo que dejar VW.
Su penúltimo combate fue contra Wendelin Wiedeking, el presidente ejecutivo de Porsche,
la marca de la que él, junto a los demás miembros de las familias
Porsche y Piëch, son máximos accionistas. Wiedeking, con el visto bueno
de Wolfgang Porsche, primo de Ferdinand Piëch y presidente de consejo de
vigilancia de Porsche, logró adquirir hasta el 51% del Grupo VW.
La operación no gustó, ni a Piëch, ni a los sindicatos, que reaccionaron. Wiedeking dio entonces un paso en falso, endeudando a Porsche para adquirir derechos de compra de acciones hasta el 70% que, según las leyes europeas, le daría el control del consorcio.
Pero Piëch utilizó la deuda contraída para imponer a sus familiares
que su primo despidiera a Wiedeking y que Porsche pasara a ser una de
las marcas del grupo cuyo 50,73% controlarían as familias Porsche-Piëch.
Aunque la operación no fue mala para él, Wolfgang Porsche se ha resarcido ahora al apoyar Winterkorn en contra de su primo.
No comments:
Post a Comment